miércoles, 23 de febrero de 2011

Razones Para Vivir


La vida, conjunto de latidos y suspiros, un corazón trabajando al ritmo que el alma dirige, un lapso de tiempo en el infinito espacio, un préstamo sin interés con la única finalidad de realizar una gran inversión, ¿un regalo?, no, ¿una oportunidad?, sí, la más bella, la mejor, la posibilidad de dejar huella en este mundo material, contaminado si queremos verlo de esa forma, que si bien no es el lugar adecuado, al final es el único que se invento para nosotros, los seres extraños de carne y hueso, que cada mañana recibimos ese soplo que levanta nuestros espíritus a un nuevo reto, el reto de vivir, y no solo porque nuestro organismo aún funciona, sino para cumplir un propósito, ese de darle sentido al ballet de ese corazón danzante, para que sus compases de música se entiendan y extiendan, hasta el memento que su ritmo se detenga, y sea su director el que parta hacia un segundo estadío, ese que lo lleve al descanso eterno, a esas vacaciones merecidas por un buen cumplimiento de nuestras tareas terrenales, en el verdadero paraíso, gozando de plena felicidad y plena paz, ya que para eso trabajamos todos. Pero por el memento no hay que dejar pasar el segundo exacto en el que Dios nos permite de brindar una sonrisa, no hay que dejar tendida la mano del hermano que nos pidió ayuda, no hay que dejar de ver un nuevo amanecer; cada mañana hay que estar de pie, esperando el inicio de esa carrera que dura veinticuatro horas, que es una competencia cada día, donde derrotamos al hombre o a la mujer que quedó en el ayer, para darle paso al campeón de hoy, y preparar al luchador o luchadora del mañana, disfrutando de cada rayo de sol, de cada rafaga de del viento, de las gotas de rocio, del rosto de una madre, del rostro de un padre, del rostro de un hijo, de la mirada del ser amado que dice mas que mil palabras; del amigo que siempre esta con nosotros, del hermano que pide un consejo, y también del que lo da; de los altibajos y tropiezos que le dan sazón a la rutina, de la locura y la cordura, de los erroes y aciertos y sobre todo de los triunfos que nos imponen metas para el futuro más próximo. En conclusión de todas las cosas hermosas que inexplicablemente recibimos inclusive sin merecerlas, pero por estar protegidos por el más inmenso amor paterno tenemos, y que nos dan las fuerzas para continuar este camino, este tiempo, este préstamo, este reto, esta carrera, a la que llamamos vida.