jueves, 4 de abril de 2019

Aún queda...

Aún queda esperanza, porque estamos vivos, no hay nada que pueda ser imposible mientras nuestros ojos vean, nuestros oídos oigan, nuestros pies caminen, y sobre todo mientras nuestro corazón siga latiendo. La vida es un instante en la eternidad, sin importar cuento duré nuestra estadía en la tierra, nuestra existencia no será más larga que el tiempo que está por venir, día con día, hora tras horas, minuto a minuto, segundo a segundo, cual producto prefabricado en el libro de la vida está registrada nuestra fecha de emisión y nuestra fecha de expiración, la primera la sabemos la segundo solo quien nos creó, por eso cada instante es valioso, y nosotros nos empecinamos en desperdiciar el aíre que respiramos, desperdiciamos las fuerzas en llorar por lo que perdimos, en vez de aprovecharla en perseguir las metas que están más adelante en el camino. 

Nunca será tarde para retomar el camino, no hay un momento o una situación que nos pueda condicionar de tal forma, que nos veamos a renunciar a lo que Dios y la vida han preparado para cada uno de nosotros, pues no hay obstáculo más grande que nuestros prejuicios ni adversario más fuerte que el hombre o mujer que fuimos ayer, porque no hay que olvidar que el pasado se nutre con cada segundo que muere, y el futuro no sabe si llegará, mientras eso pasa el presente en medio de los dos, nos exige que vivamos, sin extrañar lo que se fue y encadenarse a lo que no sabemos si vendrá.

Aún queda esperanza, aún queda muchas carreras que terminar, aún quedan muchos sacrificios, aún queda muchas piedras que retirar del camino, y el mejor regalo es vivir hoy, reir hoy, llorar hoy, luchar hoy, amar hoy, aún queda camino por recorrer, y lo mejor es estar listo para sorprendernos y no predispuestos para lo predecible, aún quedan ganas de vivir, y hay que consumirlas viviendo...

sábado, 2 de marzo de 2019

Adiós...

Te veías tan feliz saliendo de aquella iglesia, no parecía que algún día te hubiera robados suspiros a la luz de la luna, caminando de la mano del hombre que hoy es el amor de tu vida, yo apenas pude verte de lejos, pero era tan radiante tu sonrisa que parecía que ni los destellos del sol podían ganarle, gracias a ellos me lleve consuelo en el alma aquella tarde, el brillo en tus ojos iluminó las tinieblas de mi entendimiento, esa obscuridad que me hizo creer que tu desición era uno más de tus sin sentidos, una de los singulares escapes a las cadenas de nuestro amor... Ya se que  no es así, ese brillo en tus ojos jamas lo había visto, y esa serenidad en tu mirada que reflejaba esa paz que tanto buscaste, al fin eres feliz, y de ahora en adelante esa es mi recompensa, saber que tu vida tomó el curso que esperabas... Te veo partir en esa carroza, digna de la princesa que eres, no soy yo tu caballero, pero aún así estoy tranquilo, te alejas de la iglesia sin ver mis lágrimas, mejor, te vas y se que es la última vez que te veré, me quedo rogandole a Dios que algún día veas al cielo en una tarde de octubre, y recuerdes que un día en tu vida estuve yo, y me recuerdes tal como lo haré yo, como mi amor más lindo, el más cierto, el más duro... Adiós amor mío, ya es hora de irme, total, ningún invitado va a saludarme, me voy, una copa me espera, la luna y yo brindaremos por ti y por quién hoy está contigo, por tu felicidad y mi angustia, por los días que me esperan y la vida que vivirás. Adiós...