jueves, 30 de julio de 2020

Tierra mojada

Eran las tres de la tarde y la lluvia comenzó a caer en la ciudad, la lluvia no es uno de mis acontecimientos favoritos sobre todo cuando tengo que conducir, sabía que todo mi itinerario cambiaría, que a partir de ese momento el caos empezaba a hacer de las suyas y regularmente no soy bueno para lidiar con él.

Salgo de la casa como el buen improvisado que soy, sin la menor intensión de mojarme pero sin nada con que protegerme, siento el agua caer en mi rostro, y me detengo, mi mente nuevamente se conectó con mi cuerpo, la naturaleza me recordó su grandeza y su esplendor, seguramente me ha visto como observo absorto por mi ventana, y como me impresiono al ver el ímpetu con que el que baja la lluvia, me hace recordar que no me disgusta tanto como creía.

Es cierto, el transito es de locos cuando llueve, pero si locos ya estamos todos y si aún no lo estamos es solo cuestión de tiempo, entre la familia, el trabajo, la economía, la violencia, la salud, y los problemas existenciales del universo, el que no está loco pronto lo estará; y seguramente en mi locura no me había puesto a pensar que hace mucho que no sentía la vida de esa manera, las gotas de lluvia sobre mi rostro, recordatorio de la grandeza del infinito, y el olor a tierra mojada, perfume sublime que me llenó el alma, me recordó lo hermoso que todo es afuera de las cuatro paredes de mi casa y más allá de los muros de mi mente.

Afuera hay vida y hay muerte, hay silencio y hay transito pesado, hay gente sonriendo pero que hoy no pueden lucir su sonrisa, también hay gente que llora, hay hambre y también hay incertidumbre, pero sobre todo hay lluvia y hay tierra mojada...

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